La inclusión de bitcoin (BTC) en las tesorerías empresariales no es un simple gesto de modernidad, sino una estrategia que requiere disciplina, procesos sólidos y una gobernanza clara. Así lo afirma Bruno Vaccotti, director de asuntos públicos de Penguin Group, quien subraya que el éxito de esta decisión depende menos de la coyuntura de mercado y más de la seriedad con la que se gestione.
“Bitcoin puede ser una reserva estratégica para la empresa moderna, pero sin políticas escritas, controles claros y procesos de custodia probados, el riesgo supera los beneficios”, advierte Vaccotti.
Para el directivo, el atractivo de bitcoin radica en que ofrece una defensa contra la pérdida de poder adquisitivo y una reserva que no depende de contrapartes. También aporta eficiencia operativa al liquidarse en minutos, sin fronteras ni horarios bancarios. Sin embargo, enfatiza que estas ventajas solo se materializan si las compañías establecen un marco riguroso de control.
“Las empresas que lo hagan bien comunicarán innovación prudente y solvencia intelectual. Las que lo hagan mal pondrán en juego su reputación y la confianza de sus inversores”, señala.
Vaccotti distingue dos formas de integrar bitcoin en las finanzas corporativas. La primera corresponde a la reserva patrimonial, donde solo bitcoin cumple con las condiciones necesarias de liquidez, descentralización y reputación institucional. La segunda es la capa operativa, donde algunas stablecoins bien seleccionadas pueden tener sentido como equivalentes de efectivo en pagos internacionales o capital operativo.
Todo lo demás —altcoins especulativas o tokens experimentales—, asegura, solo desviará recursos y dañará la reputación corporativa.
Un camino con riesgos
Ahora bien, Vaccotti determina que el camino no está exento de riesgos. La volatilidad es el primero y exige políticas de asignación, rebalanceo programado y pruebas de estrés, de acuerdo con el directivo de Penguin Group.
A su juicio, el marco contable y fiscal plantea desafíos relacionados con el tratamiento de deterioros y ventas parciales, lo que obliga a contar con asesoría técnica y criterios claros aprobados por el comité de auditoría.
Recuerda, además, que la custodia representa otro punto crítico: la pérdida de claves, los errores operativos o la dependencia excesiva de un exchange pueden poner en jaque la estrategia, por lo que recomienda modelos de múltiples firmas, segregación de funciones y protocolos de recuperación bien ensayados.

En el frente legal, Vaccotti advierte sobre sanciones o restricciones sectoriales que requieren procesos robustos de cumplimiento y trazabilidad. Finalmente, destaca el riesgo reputacional: una empresa que anuncia una postura firme y luego retrocede destruye la confianza de inversores y clientes.
“La diferencia entre éxito y fracaso está en la gobernanza: si la empresa documenta políticas, distribuye funciones y educa a su gente, bitcoin suma valor; si improvisa, erosiona confianza”, sentencia Vaccotti.
Una frontera clara
Por otro lado, el directivo establece también una frontera clara entre la adopción con convicción y la adopción especulativa. La primera se caracteriza por un horizonte de largo plazo, autocustodia, documentación formal y una comunicación sobria enfocada en procesos y riesgos. La segunda, en cambio, se limita a movimientos oportunistas, sin protocolos de seguridad ni gobernanza, que acaban generando pérdidas económicas y reputacionales. “La convicción construye resiliencia; la especulación destruye valor”, resume.
Sobre la sostenibilidad del fenómeno, Vaccotti afirma que no se trata de un oportunismo pasajero. Cada ciclo de mercado eleva el estándar de adopción: mejora la infraestructura de custodia, se aclaran los criterios contables y se profesionaliza la gestión de riesgos.
Por ello, considera que el número de empresas con una tesis seria sobre bitcoin crece en cada vuelta, consolidando a bitcoin como parte estable del ecosistema financiero corporativo.
De cara al futuro, Vaccotti recomienda que cualquier empresa que decida avanzar con bitcoin defina con claridad su tesis de inversión, diseñe un sistema de custodia institucional con funciones distribuidas, establezca políticas contables y de rebalanceo, asegure un marco de cumplimiento sólido y, sobre todo, comunique de forma sobria los riesgos y controles a inversores, prensa y equipo interno.
“Bitcoin cumple con la lógica fría de la tesorería: liquidez, verificabilidad, neutralidad y portabilidad. Pero solo genera valor si se adopta con rigor y gobernanza”, concluyó.